martes, 13 de enero de 2009

NOVILLEROS

NOVILLEROS
PITÓN DERECHO Es domingo 31 de marzo del 2008, pasan de las cuatro y se siente la nerviosidad de los novilleros. Cualquiera que alguna vez haya dado algún sabroso capotazo a un becerro temible, sabe que la tardanza para hacer el paseíllo es un verdadero molcajete en el pecho y el corazón apenas puede bombearlo. La novillada empezó tan tarde y las lidias fueron tan destartaladas que a las 19 horas estaban picando al 6º de la tarde. Eso de creer que retrasando los parches acudirá más gente a los tendidos...
PITÓN DERECHO OTRA VEZ Los novilleros tan jóvenes y entusiastas. Todos con muchas ganas visibles, salvo a Patricio Ochoa (5º en el orden) que no se le veían. No que no tuviera; porque si realmente estuviera desganado, pues no sale y ya. Por cierto Campos Licastro, el ex-médico de la México, dice que los toreros no debieran en salir de negro porque en caso de una cornada, el color de la sangre no es aparente y no se sabe si es de venosa o arterial y se pierden valiosos instantes para adelantar un diagnóstico. Ochoa salió de obsidiana y oro. Afortunadamente no fue en su desventaja. Cuando se le fue vivo al corral “Norteño”, cómo se vio desolado y por si fuera poco, iba de luto.
PITÓN IZQUIERDO Muchas veces nos tocó ver a Chucho Solórzano intentarlo, pero nunca exitosamente. Finalmente este domingo si pudimos ver la proeza, no del diestro, sino de un subalterno: sacar la espada mal colocada, deslizar la muerte sobre el cuello, hacia la nuca y detenerla en el punto del descabello y dar el puntazo fulminante. Eso lo hizo un subalterno al novillo “Comprometido”, de Fernando Cantú (4º en el orden). Claro que debió hacerlo éste, pero... Fernando maneja bien la derecha con la muleta. Hubo un momento, dentro de una serie buena, que se le paró el toro a medio pase y Cantú detuvo el brazo en apropiada sincronización, seña que si lo estaba toreando. ¡Ole! Le dieron la oreja.
PITÓN IZQUIERDO OTRA VEZ Al novillo de Jorge Reyna, “Andaluz” (3º en el orden), le sacaron la espada trasera desde el callejón. Ya habían hecho el chistecito en el anterior toro hilvanado, así que ésta fue la segunda de la tarde. Esta estocada trasera la dio aguantando la embestida, lo que habla bien del valor del novillero, no de su tranquillo. Por cierto, el viento no dejó asentarse a ninguno de los novilleros, pero de hecho, ninguno naufragó. No triunfaron, pero estuvieron muy lejos de hacer el ridículo.
PITÓN DERECHO El llamado Loco de Tijuana (1º en el orden) nos recordó al Loco Amado Ramírez, de allá por los cincuentas en la Plaza México. Pero por el apodo, no por la algarabía generada. Este fue el novillero de la variedad de pases, bueno, de intentos. Mucha variedad en su turno: el farol de rodillas, las caídas del picador, una sin toro. Quites con pasitos, tres pares de banderillas en buen lugar, con rara figura, fallido uno de Calafia y logrado otro que pudiera llamarse de la guadaña, porque no elevó el brazo, como en el de Calafia, ni como cuando se pone el del violín, sino que trazó una línea horizontal de derecha a izquierda. Luego con la muleta, fue el más cercano al naufragio, pero un derechazo y las ranas, junto con la mortandad de su espadazo, le mereció una oreja desmedida. La entrada a matar casi pareció hacerla al cambio.
PITÓN IZQUIERDO No quisiera equivocarme con Fernando Labastida. Lo vi sereno, capaz de pensar frente al toro y enredado con el viento. Entendió al toro y pidió, al igual que Reyna, solamente dos pares que no concedió el juez. En ambos casos se tuvieron que poner los tres. La muchedumbre en la arena, los capotazos e intentos fallidos de los banderilleros, le quitaron al toro embestidas. Con el capote Labastida citó cerca de tablas, rumbo al Arrastre y se echó encima al novillo. Por un instante eterno pensamos en el encontronazo, pero sus reflejos juveniles y su oficio, lo salvaron. Uff. Fue en su turno cuando cayó el picador cerca de Cuadrillas. Labastida estuvo muy por encima de “Quico”, pero al matar, lo hilvanó. Aún así, sería una lástima que no lo volviéramos a ver.
DESPLANTE La dirección de la lidia le debió tocarle a El Loco Ortega, por ser el que abrió. Pero no hubo orden en sus subalternos, tal vez porque no tuviera. En dos ocasiones a El Loco lo dejaron solo al clavar. No hubo un capote de alivio y tuvo que ganarle, dos veces, al miedo y a la cornada. Si los novilleros, precisamente porque empiezan, no pueden pagar subalternos, las autoridades deberían de pactar con los apoderados y asegurarse de que alguien se encargue de dirigir la lidia. El picador que cayó cerca de Cuadrillas no tuvo protección. Los clarinazos parecían ser más llamadas de atención, que cambios de tercios. Lo mejor, un trincherazo de José Rodríguez (6º en el orden), buenos los naturales dados a “Cachanilla”, principalmente el último que fue de 10 y luego se perdió. El grito oportuno de un aficionado aburrido: “Ai, cuando quieras” por la tardanza del paseíllo. De lo peor: puede uno comprar comida chatarra por kilos y bolsones de carbohidratos, pero no un vaporoso elote “con todo”.

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